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El síndrome respiratorio agudo severo coronavirus 2 (SARS-CoV-2), ha sido responsable de un gran brote mundial. A la espera del desarrollo de una vacuna contra COVID-19,  debemos  saber que no solo el protegernos depende de la ciencia, existen varios factores de riesgo en los cuales podemos influir.

¿Pero que es un factor de riesgo exactamente?

Un factor de riesgo es cualquier rasgo o característica que aumenta la probabilidad de padecer o empeorar una enfermedad.

Respecto a factores de riesgo que incentivan a desarrollar la enfermedad  en expresión grave / crítico está la obesidad (1),  la diabetes, la  hipertensión, el EPOC, ser  fumador y altos niveles de LDH (colesterol). 

Concretamente para el síndrome respiratorio COVID se ha observado  que la hipertensión es la enfermedad más común que coincide a la vez en un mismo individuo  infectado por Covid y por lo tanto, se le atribuye una relación con la infección (comorbilidad), seguido de la diabetes y la enfermedad coronaria (2).

¿Pero cómo podemos influir sobre ellos y disminuir esos riesgos?

Las mejores herramientas que tenemos ahora mismo es el ejercicio regular / moderado junto a una alimentación sana.

Se sabe que la disminución de los niveles de actividad física y el aumento de la conducta sedentaria como mirar la televisión, pasar largos períodos sentados y el uso de teléfonos inteligentes se asocian con un mayor riesgo de obesidad, hipertensión, enfermedades cardiovasculares y diabetes Mellitus tipo 2 provocando un mayor riesgo de padecer Covid grave (3). Además no debemos olvidar los beneficios directos que el ejercicio físico regular aporta en el fortalecimiento de nuestro sistema inmune (4). El mismo sistema que luchara, en caso de ser necesario, contra nuestro temido enemigo. ¿Qué beneficios son?El ejercicio induce adaptaciones cardiovasculares, respiratorias y metabólicas, que dan como resultado una mayor captación máxima de oxígeno (VO2max), mejora la ventilación por minuto, la frecuencia respiratoria, el volumen sistólico del corazón y el gasto cardíaco. Todo lo anterior citado estimula en el cuerpo las defensas del sistema inmunológico a través de varios mecanismos agudos y a largo plazo. Por ejemplo, el ejercicio afecta a todas las células inmunitarias tanto innatas como adaptativas, especialmente elevando la actividad de las células asesinas naturales (NK), los neutrófilos y los macrófagos después de un ejercicio moderado (menos del 60% del VO2max). El ejercicio aeróbico agudo (como correr, y hacer bicicleta) aumenta el número de monocitos, siempre y cuando el ejercicio sea de intensidad moderada y a largo plazo (5).

  1. (1) Influenza and obesity: its odd relationship and the lessons for COVID-19 pandemic Livio Luzi1 2, Maria Grazia Radaelli 3
  2. (2) Clinical course and risk factors for mortality of adult inpatients with COVID-19 in Wuhan, China: a retrospective cohort study
  3. (3)   Social isolation during the COVID-19 pandemic can increase physical inactivity and the global burden of cardiovascular disease
  4. (4)   Covid-19 and Exercise-Induced Immunomodulation  Carol Gois Leandro,a,* Wylla Tatiana Ferreira e Silva,a and Adriano Eduardo Lima-Silvab
  5. (5)   Antiviral Functional Foods and Exercise Lifestyle Prevention of Coronavirus

 

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